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700 and counting... de la escalada de alto nivel al equipamiento de vías: Charlo

El 30 de agosto de 2022, Charlotte Durif mosquetoneaba la reunión «700 and counting», 8a+ en Kyparissi, Grecia. Diréis que no es algo excepcional hoy en día, pero dejadla explicarlo un poco. El encadenamiento de esta vía significaba precisamente la obtención de su objetivo de ese año, es decir, llegar en ese instante a 700 vías entre 8a y 9a.

20 Mayo 2023

Escalada en rocódromo y en pared

Charlotte Durif

Volvamos al pasado mes de febrero. Al consultar mi blog personal, chadurif.fr, donde recopilo todas mis ascensiones, me di cuenta de que mi contador de vías «8a o más» se encontraba en 683 y eso me hizo reflexionar.
¿Y si intentara ascender 17 vías de esos niveles este año para poder llegar a 700? Otros años anteriores, lo habría conseguido durante las vacaciones de verano, pero en estos últimos las ascensiones son más escasas por la pandemia. Se presentaba ante mí un verdadero reto que supuso a la vez una bendición y una maldición. Por un lado, me empujó a escalar mucho más que antes por los alrededores de mi ciudad, Salt Lake City, lo que me permitió descubrir algunas joyitas en mis salidas por la tarde.  Eso sí, tuve que quedarme en el 8a u 8a+ para asegurarme de aguantar todo el día, lo que me hizo perderme líneas más atractivas (más fáciles o más difíciles), que es lo que ahora me inspira más al escalar."
 
Tenía 13 años cuando hice mi primer 8a, «Little Big Boss» en las Gorges du Tarn (Francia) en 2004, un año en el que hice grandes avances en la escalada. 18 años más tarde, estoy muy contenta y orgullosa de dónde he llegado con la escalada, ¡en sentido propio y figurado! Y no podría estar más contenta de que mi «vía dura» número 700 sea la que equipé a finales de 2021 durante un viaje con mi compañero de vida y de escalada, Josh, en la que mi padre, que me inició a la escalada hace más de 20 años y me ha acompañado todo este tiempo, se ocupó de asegurar mientras la encadenaba.

Charlotte Durif

«700 and counting» es una línea de 30 metros situada en medio del sector de Tragana, en el magnífico sitio de Kyparissi, en Grecia. Comienza con una enorme columna que se asciende como una chimenea. A continuación, hay un paso delicado para salir que lleva a algunos movimientos por bloques antes de llegar a la segunda parte, mucho más vertical y física. Los 10 últimos metros son los que hicieron que eligiera esta línea: una increíble monochorrera de un ancho de 20 a 30 cm que sobresale hasta 50 cm, compuesta por una roca deslizante que se enrosca a lo largo del desplome.
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Comencé en la escalada muy joven, en los Alpes franceses con mi padre y mi hermano. Hacíamos muchas actividades relacionadas con el aire libre y la montaña y por eso tengo por costumbre decir a la gente que la escalada se convirtió en «lo mío» con 9 años, cuando empecé a escalar en rocódromo en un club, para hacer como mi hermano que llevaba ya varios años escalando. En aquella época, ignoraba que la escalada iba a convertirse en la parte más importante de mi vida y que aprendería tanto de ella. Ahora, echando la vista atrás, creo que me moví rápidamente en un entorno que alimentaba la idea del «veamos qué pasa», que podría traducirse también por «todo es posible, basta con intentarlo». En julio de 2001 ocurrió algo que influyó en esa mentalidad, al pasear con mi padre y mi hermano al pie de las paredes azules de Ceüse, en Francia. Vimos unas cuerdas con fotógrafos suspendidos, nos paramos a mirar lo que pasaba, sobre todo cuando mi hermano se dio cuenta de que quien iba a escalar era Chris Sharma... No sabíamos que íbamos a asistir a la primera ascensión histórica de «Biographie/Realization», 9a+.
Charlotte Durif

Los 15 años siguientes fueron una mezcla de estudios (obtuve un título de ingeniero, hice unas prácticas en el MIT y terminé un doctorado) y de escalada. Mi pasión por la escalada se hizo realidad al escalar en pared, visitar numerosos sitios y alcanzar nuevas graduaciones con el paso de los años además de participar en competiciones porque me gustaban los retos y se me daban bastante bien. Tras ganar 6 Campeonatos del Mundo (5 en categorías Jóvenes), una Copa del Mundo, un Campeonato de Europa, y 16 Campeonatos de Francia (8 en Jóvenes) decidí retirarme de la competición y concentrarme en la escalada en exterior. Ese mismo año, tuve la oportunidad de hacer un viaje para equipar y escalar con el Grupo de Excelencia de la FFCAM de Kyparissi (Grecia) y fue un punto de no retorno en mi vida: descubrí el arte del equipamiento, que me enamoró profundamente.

Charlotte Durif

En escalada, lo que primero me atrae son las bellas líneas que atraen la mirada desde abajo de la pared. En equipamiento, igual, salvo que tengo la responsabilidad de definir la línea y de crear una vía atractiva y segura. Me gusta esta creatividad que me ofrece y la reflexión íntima que surge: «¿dónde voy?, ¿dónde pongo los puntos?, ¿podré mosquetonear fácilmente?, ¿cómo lo hago?, ¿si hago esto, va a funcionar? Espero que este agarre no se rompa, ¿he apretado bastante la tuerca de la clavija de arriba?... y la lista continúa». En cuanto al aspecto físico del equipo, reconozco que lo aprecio mucho, aunque pase horas suspendida en el arnés perforando en posiciones incómodas la mayoría del tiempo, para instalar puntos en la roca, apretar la tuerca al máximo, limpiar una y otra vez... ¡no son buenos argumentos de venta! Pero en general es un trabajo muy satisfactorio, sobre todo el hecho de vivir la transformación de un fragmento de piedra sin explorar en una vía lista para escalar
 
A partir de ahora, tengo la intención de dedicar mis viajes de escalada al equipamiento en lugares que necesitan ayuda para desarrollarse o que de un cierto modo están alejados y tienen el potencial de disponer de nuevas paredes y líneas. Pitumarca, en Perú, es un buen ejemplo y uno de mis preferidos. La región, que se encuentra en altitud pero es súper accesible, es una joya en sí misma por sus valles rebosantes de paredes calcáreas perfectas y de muchas otras vías que pueden desarrollarse. En 2019, Josh Larson y yo equipamos, con el acuerdo de las comunidades locales y los escaladores, la primera línea del muro de Kuntur Sayana, que llamamos «Vuelo del Cóndor» (230 m, 7 largos, 8a+ máx.). La roca era realmente increíble e impecable y me recordaba a las paredes azules perfectas de las Gorges du Verdon. Con el aumento de escaladores en las zonas populares, creo que es esencial desarrollar nuevos sectores y darlos a conocer para que los más frecuentados no acaben teniendo un exceso de afluencia.

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