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Patagonia: el día a día de un escalador

El Chaltén, un pequeño pueblo en el corazón de la Patagonia argentina, es el punto de partida de innumerables senderos que llevan hacia las cimas. Situado a los pies del Fitz Roy, la escalada y el alpinimo son el epicentro que capta la atención de los viajeros procedentes de todos los rincones del mundo. Para Sean Villanueva, el mes previsto en el lugar se transformó en un año... ¡y vaya año! Repleto de logros para el escalador, pero también de encuentros y de compartir experiencias. Entre aventura y aventura, Sean Villanueva nos explica su vida en los confines del hemisferio sur de nuestro globo.

22 Junio 2021

Escalada de varios largos

La vida cotidiana en El Chaltén

“Ya hace más de un año que estoy aquí, en El Chaltén. ¡No había pensado quedarme tanto tiempo! Finalmente, he tenido el tiempo de instalarme aquí. La Patagonia está en mí, tengo la impresión de formar parte del decorado. He visto pasar las cuatro estaciones. En mi vida, siempre he viajado mucho, raramente he estado tanto tiempo en el mismo lugar. Esto me ha permitido tener una rutina que no acostumbro a tener.”

¿Cuál es tu rutina?

“Vivo en la caravana que un compañero me ha prestado. A cambio, trabajo un poco su terreno. Hemos montado un huerto, construido un invernadero, cultivo verduras. Es genial, ¡nunca lo había hecho! Aprendo cada día.

La vida en la caravana era un poco dura en invierno. Se alcanzaban los -20°C. Pero si lo comparamos con una hamaca, ¡es puro confort! Todo es relativo. Me gusta el lado duro. Me levanto pronto por la mañana aunque haga frío, camino hasta el río para remojarme en el agua fría… ¡todos los días incluso en invierno! No me quedo mucho más tiempo, puede que 1 minuto, a veces 10 minutos. Me encanta esa sensación de agua fría, me despierta y me activa, ¡para empezar bien la jornada! Salgo repleto de energía.

A continuación, voy a correr un poco para calentar, hago estiramientos, un poco de yoga. Hago un poco de suspensión en mi barra para reforzar los dedos. Desayuno, toco un poco de música, ¡tengo mi gaita irlandesa! También tengo una flauta, ¡por supuesto! Por la tarde, voy a hacer bloque o escalada deportiva.”

¿Y qué haces en invierno?

“Hago esquí de montaña. ¡Podría quedarme días y días en la montaña! A veces hasta 5 en autonomía. Ponemos nuestro campo base y esquiamos por los alrededores. También hacemos escalada en hielo. ¡Este año ha habido unas condiciones buenísimas!

Las noches en invierno son largas y los días muy cortos, el sol está muy bajo. Así que tenía mucho tiempo para estar en mi caravana, entonces tocaba música, leía, tenía tiempo de reflexionar, pensar, soñar. Precisamente así es como me vino la idea de la travesía del Fitz Roy ¡en sentido inverso!”

De apertura en apertura

La Chaltenense (500 m, 7a)

“Después de la travesía del Fitz Roy, me tomé algunas semanas de descanso, pero no estaba demasiado agotado. Con bastante rapidez, después de 2-3 semanas, se dio otra ventana de buen tiempo. La aproveché para abrir una nueva línea, La Chaltenense (500 m, 7a), en la cara sur del Fitz Roy. Una cara lisa, hiper evidente, estaba asombrado de que no estaba todavía abierta, pero como es una cara sur, no siempre está en condiciones. Es una fisura amplia que impone 50 metros de técnica offwidth: empotramientos de dos puños, rodilla, codo, técnicas que a poca gente les gusta... Fue brutal abrir una línea tan bonita en una cima tan mítica con John Griffin."

 

Chaltén sin clecas (450 m, 7b)

"En diciembre, también abrimos Chaltén sin clecas (450 m, 7b). Las “clecas” o “tick marks” son las marcas de magnesio que algunos dejan en la roca para indicar la presa. A este respecto, riendo, decía que iba a empezar una petición  “Chaltén sin clecas” ¡para reunir firmas contra estas marcas! Incluso si se limpian con la lluvia, creo que es lamentable. ¡Entonces decidí darle este nombre! Era la primera vía que abría de la temporada."

 

Chalten Sin Chapas (450 metros, 7a+)

"Últimamente, en El Mocho, abrí otra línea, Chalten Sin Chapas (450 metros, 7a+). A finales de diciembre, ya lo había intentado, pero no hubo suerte, entonces abrí “Chaltén sin clecas”. Por ello, volví a esta línea que no había conseguido realizar ¡y encontramos el itinerario! Encontré una pequeña apertura y fue mágico. Es una línea muy improbable. Hay un largo con una placa toda roja y una fisura que la corta. Después, de forma sorprendente, la fisura se cierra. Entonces tenemos la impresión de que no hay nada más para continuar. Finalmente, lo intenté y encontré lugares para colocar los seguros cada 3 metros."

Una comunidad acogedora

“El hecho de quedarme un año me ha dado la sensación de que yo pertenecía a este lugar. Es diferente vivir aquí que sólo venir uno o dos meses para escalar. Me siento como un lugareño. No estoy aquí sólo para escalar. ¡Puedo ir cuando quiera! Intento nunca meterme presión de forma general, pero así todavía menos.”

¿Confinado?

"Tengo la impresión de estar encerrado en El Chaltén, pero es como si estuviera encerrado en un gran terreno de juego. El pueblo ha estado cerrado durante 9 meses, preservándolo completamente de la pandemia. En enero, el acceso se ha autorizado de nuevo por el turismo nacional. El virus entonces también ha llegado. Hay que ir con cuidado, pero todo está abierto."

¿Un mes vs un año?

"La comunidad de escaladores es genial: buena energía, buen ambiente, buenas intenciones para compartir. Los bloques y la escalada deportiva son de gran calidad. Este año, es especial porque no hay extranjeros, está súper tranquilo. Los escaladores aquí son sobre todo argentinos. Han sido súper majos de aceptarme en su comunidad. Sólo tenía previsto quedarme dos meses así que no tenía todo lo que me hacía falta para pasar un año y ellos me han ayudado mucho (material, vestimenta).

Me quedaría aquí, ¡me encanta! Hay de todo: justo al abrir la puerta de tu casa, hay un montón de aventuras completamente diferentes, aunque la meteorología sea dura. Pero en algún momento, necesito volver a casa... ¡Y también tengo otros proyectos en mente!”

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